Desperté meditabunda: es diciembre, está lloviendo y se acerca el Año Nuevo. Pienso que nuestra materia prima es la esperanza, siempre estamos esperando algo: que los hijos vuelvan para las fiestas, el cumpleaños del que no queremos confesar a que año corresponde, la nueva temporada, que nos trae trabajo, en fin, vivimos expectantes. esperando.
En lo personal, una de las esperas mas emocionantes , es la de las ballenas. Verlas retozar, saludarlas y celebrar su regreso, cumplir todos los años con este ritual que nos homóloga y nos vuelve compañeras durante unos meses. Habitamos la misma casa , nadamos en las mismas aguas y respiramos el mismo aire. Compartimos tiempo y espacio en esta aventura llamada vida.
A partir de diciembre y hasta marzo, por ahí de las 5 pm me acerco 2 o 3 veces por semana a la parte sur de la Bahía, ahí por Boca de Tomatlán o Mismaloya, donde te puedes sentar tranquilamente en cualquier piedra cara al mar o en la mesa de un restaurante y empezar a otear el mar con cuidado para ver donde aparecen. Estos encuentros anuales refrendan la esperanza de que los sueños se cumplen y la esperanza se ve refrendada una vez más. Cuando las veo hago balances y fijo expectativas para lo que viene.
Ellas juegan, yo respiro hondo y las observó hipnotizada. Han vuelto otra vez: han recorrido 10,000 kms. en 3 meses. Salieron del Mar de Bering en octubre donde pasaron la primavera y el verano alimentándose, vienen todos los machos, los ballenatos, las hembras preñadas, las que se van a aparear y dentro de 1 año darán a luz.
Pero estoy preocupada y ellas también, notan, notamos que algo terrible está sucediendo alrededor de nuestra casa: el calentamiento global nos amenaza a todos. La temperatura ha subido 1 grado en los últimos años y lo seguirá haciendo de forma inexorable porque los grandes intereses
económicos no van a dar marcha atrás y la víctima es nuestro planeta y todo lo que contiene. Ellas saben muy bien lo que es sobrevivir; a finales del pasado siglo debido a la caza inmisericorde a la que estuvieron sujetas, quedaron al borde la la extinción y especies como la ballena jorobada que es la que llega a Puerto Vallarta, gracias a esfuerzos de asociaciones como Green Peace, han logrado incrementar su población de 1200 especímenes a 20,000 en los últimos años.
Durante los siguientes 3 meses nos vamos a ver casi todas las tardes, con tranquilidad, sin persecuciones ni hostigamientos y me voy a tomar el tiempo de reflexionar acerca de lo que espero para mí...y para ellas.
Ana María Platas
Creadora de Find PVR
Puerto Vallarta, México